miércoles


CAMBIO CLIMÁTICO:
REALIDAD O EXAGERACIÓN

Puede que nuestra generación no sea la culpable de este desbarajuste energético del planeta que amenaza con grandes catástrofes en tan sólo unos años, pero ciertamente somos responsables de lo que hagamos al respecto. Como señala Al Gore, vicepresidente de los Estados Unidos (1993-2001) bajo la presidencia de Bill Clinton, en su documental Una verdad incómoda: “puede que necesitemos que nuestros hijos nos pregunten qué hacemos para evitar el calentamiento global” para entonces caer en cuenta sobre lo mucho que podemos perder.

Una verdad imposible
Aunque parezca una cuestión sacada por los pelos debido a su gran dimensión, en la que además, se relacionan hechos a primera vista aisladas como lo es la sequía en España o África con el deshielo de los iceberg en los polos. Sin contar que no se toma en cuenta realidades como el hecho de que la propia naturaleza tiene su propio ciclo de calentamiento y enfriamiento a lo largo de los años, y que los propios animales como las vacas y sus depósitos fecales ayudan al calentamiento del planeta. A pesar de todo esto y mucho más, es cierto y no se puede negar, que el calentamiento global existe y ya estamos viviendo algunos de sus efectos. Como dijo Churchill, “pasamos a la etapa de las consecuencias” tras años de vagas iniciativas y puras palabras.

El tema de la contaminación, el efecto invernadero y demás relacionados con las acciones humanas nocivas para el medio ambiente, no es algo nuevo. Ya en el año 1989, las Naciones Unidas firmaron un convenio sobre el cambio climático en Río de Janeiro en el que se proponían estabilizar la composición de la atmósfera. Incluso se estableció un Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático encargado de analizar el calentamiento global. En él señalan además, algunos posibles escenarios para el clima del siglo XXI.

Entre estos modelos podemos encontrar desde la más catastrófica basada en un cambio en la temperatura de la tierra de hasta 4 grados que llevaría al derretimiento de los casquetes polares y en consecuencia, el aumento del nivel del mar, la desaparición de varias costas a lo largo y ancho del mundo y con ello de los países bajos, Kioto y Calcuta, grandes sequías en África y grandes movimientos de refugiados climáticos, etc. Hasta la más moderada (con un cambio de 1 grado en la temperatura de la tierra) que significaría una situación límite de contaminación. Sería como si la humanidad estuviese en la cuerda floja.

Para lograr el primer escenario, no es necesario hacer nada en absoluto. Simplemente, mantener nuestro estilo de vida actual junto con nuestra aparente indiferencia hacia el tema. En cambio, para lograr un cierto equilibrio entre el cambio climático y el desarrollo energético de la humanidad, es necesario un control en las emisiones de gases a la atmósfera y la contaminación en general.

Una mentira
A pesar de los esfuerzos de científicos de señalar la importancia del tema y el cada vez más escaso tiempo de acción para rectificarlo, los diversos gobiernos continúan ignorando el problema. Así nos encontramos con que uno de los principales logros de estos últimos años, el Tratado de Kyoto, no ha sido ratificado ni por China (quien se encuentra en una espiral de desarrollo increíble que lleva así mismo a una contaminación en la misma medida), ni por los EEUU supuesta principal potencia a nivel mundial.

Esto puede deberse a intereses particulares del país por lograr un desarrollo mayor que su competidor. Incluso se puede reducir más la escala e indicar que dicha indiferencia puede consistir en el empeño de un partido por mantenerse en el poder o lograr más escaños tras unas elecciones. Y es que, a pesar de tratarse también de un problema moral (es el mundo que dejamos a nuestros hijos, nietos...), nadie está dispuesto a ser impopular debido a las restricciones que deberá aplicar a la sociedad para intentar cambiar la situación.
Incluso intereses empresariales, en especial, la industria del petróleo y demás fósiles utilizados como combustible, impiden la aplicación de iniciativas para frenar la contaminación.

El cambio climático es una realidad
Algunos gobiernos intentan mediante los medios de comunicación de masas restar importancia al problema. Ya se ha visto cómo algunos, inspirados por los propios gobiernos, han iniciado, prefiero pensar que de forma inconsciente, un proceso de lavado de cerebro en la opinión pública sobre el tema. Así lo podemos observar en la actualidad cuando la gente o considera que los científicos son unos alarmistas, o que todo es una tontería.

Sin embargo, y aún y cuando los políticos y algunos gobiernos quieran silenciar el problema, ya sea desacreditando a los científicos que pregonan la alarma o sembrando la duda en la sociedad a través de los medios de comunicación, la verdad toca a nuestras puertas.

El año 2005 no sólo fue el más caliente desde 1860, sino uno de los que vivió más catástrofes ambientales. Inundaciones, terremotos, maremotos, huracanes, sequías... Todas sucedieron en tan sólo un año donde la naturaleza parecía haberse vuelto loca. Incluso el “invencible” EEUU se vio en apuros cuando Nueva Orleáns fue azotada por el Katrina: una simple tormenta tropical que terminó por convertirse, gracias al calentamiento del agua, en un increíble huracán.

En el 2050
Aunque muchos estudios sobre el tema hablan de unas consecuencias estimadas en cientos de años, o cuyos cálculos dan como resultados números bastantes pequeños que parecen más bien insignificantes ante la magnitud de la alarma; es importante tomar en cuenta que los cambios ya los vivimos y empeorarán en el transcurso de 50 años.

El hielo y los glaciares que antes se formaban en el monte de Kilimanjharo en África, o la nieve que se formaba en lo Alpes de Latinoamérica ya casi no existen. El cada vez más pequeño tamaño que tiene la Antártica o las grandes grietas que se han abierto en la superficie de Groenlandia, son algunas de los consecuencias que ya estamos viviendo. Los masivos movimientos de población subsahariana que intentan entrar en nuestro país prácticamente cada día, se debe también al cambio climático y sus efectos devastadores en una zona que ya de por sí es bastante difícil.

Y es que aunque el número 50 nos parezca grande y que no llegará a afectarnos al menos demasiado, hay que recordar que quedarán nuestros hijos, nietos y familia.
Un ejemplo: si tienes como yo 21 años, eso quiere decir que dentro de 10, límite que algunos científicos señalan para hacer arreglos, vivirás con apenas 31 años grandes catástrofes en el mundo. Inundaciones, terremotos, huracanes, sequías y demás estarán a la orden del día y que, quieras o no, te afectarán de alguna manera. Al principio, de una forma un poco diezmada, pero luego será como en el 2005 y una sucesión de desastres naturales quedará registrada en la Historia.

Pero no es sólo eso, sino que tendrás 67 años cuando la situación empeore y tus hijos tengan que sobrevivir en ese desbarajustado mundo.
La pregunta es: ¿estamos dispuestos?

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