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Desperdicio energético

Las farolas de las calles pierden el 50% de su capacidad lumínica

Debido al diseño de las lámparas utilizados en los sitemas de iluminación artificial destinados al alumbrado de las calles, los edificos, monumentos y avisos publicitarios, entre otros, desperdician un 30 %de su capacidad lumínica al dirigir su luz al cielo.

La contaminación lumínica se define como la dispersión por la atmósfera de los excedentes de luz que se producen principalmente en las grandes áreas urbanas, normalmente debido a una mala gestión de los sistemas de alumbrado.

Las actuales farolas y casi toda la red de alumbrados públicos, están diseñados como norma general, más que por funcionalidad, por estética. La luz de estos artefactos, no es dirigida hacia el suelo para poder cumplir su función, sino que es dispersada alrededor de foco. Esto supone que ilumina sin necesidad con la misma intensidad al cielo que al suelo. Esto provoca desperdicio energético injustificado. Una típica farola de forma esférica y totalmente transparente tiene un desperdicio del 50% de su capacidad de iluminar por lo que tiene una menor vida y cumple con su cometido a la mitad.

Estamos desperdiciando 5Kw de energía si tomamos en cuenta que el iluminado público funciona una media de 10 horas y su bombilla es de 100W. Y esto con tan sólo una farola. Pero imaginemos que Madrid tiene una 1000 lámpara en la ciudad. Esto supone un desperdicio energético de 5000Kw.

Sin embargo, solamente estamos hablando de un tipo de bombillas. Existen lámparas que están cubiertas parcialmente y que malgastan entre el 30-40% de su capacidad.

Problema mundial

La contaminación lumínica no es algo nuevo. Fanáticos de cielo y astrónomos se han manifestado con anterioridad sobre la poca visibilidad del cielo. Al estar tan iluminado, impide que las estrellas sean visibles y por lo tanto sólo se pueden observar las más brillantes, algunos planetas y la Luna.

Se trata de un problema que no se tiene muy asumido ya que se considera como un mal menor. Sin embargo, el esfuerzo que se genera para producir esa energía supone un gran coste para las empresas eléctricas y después para los consumidores. Puede que si traduce la situación a lenguaje económico, los políticos y empresarios tomen en consideración y actúen en consecuencia. Sólo en la ciudad de New York se desperdicia energía eléctrica por un valor de cerca de 20 millones de US$ anualmente.

Justamente para llamar la atención a los políticos y demás involucrados, la asociación francesa Alianza por el Planeta ha convocado para este 1 de febrero del 2007 un apagón mundial en protesta por el gasto energético coincidiendo con la presentación en París del nuevo informe sobre el clima y la disputa por la presidencia entre los dos principales candidato: Ségoléne Royal y Nicolás Sarkozy.


Nuestro granito de arena

Los propios ciudadanos somos parte del problema. No apagar por completo los artefactos eléctrico, o dejar enchufado el cargador del celular (móvil) son algunas de las simple cosas que pueden ayudar a disminuir nuestro efecto sobre el planeta. Eso sí, el que cambiemos nuestras bombillas a unas de bajo consumo no es excusa para instalar más.

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